Artículo original publicado en: Contrainformacion.es
La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en su edición número 38, celebrada en Lisboa, ha trascendido más allá de ser un evento religioso, convirtiéndose en un auténtico festival de fe y música.
Uno de los momentos más inusuales y memorables fue protagonizado por el padre Guilherme Peixote, quien desafió las convenciones al hacer las veces de DJ, despertando a los jóvenes peregrinos al ritmo de la música techno en el Campo de Gracia, epicentro de la gran cita.
En la madrugada del domingo 6 de agosto, el sacerdote rompió con las tradicionales formalidades eclesiásticas y generó un ambiente propio de las vibrantes noches de Ibiza, brindando una experiencia única a los peregrinos provenientes de todos los rincones del mundo que se habían congregado en la capital portuguesa para encontrarse con el Papa.
La difusión de un video capturando esta singular sesión de música electrónica por parte de uno de los asistentes al evento rápidamente se volvió viral en Twitter, generando un impacto notable en las redes sociales. La repercusión de este momento llevó al propio Guilherme a crear una lista de reproducción en Spotify, inmortalizando la conexión entre la música y la espiritualidad en un mismo espacio.
El sacerdote DJ se convirtió en uno de los protagonistas destacados de las JMJ de 2023 al amenizar la puesta de sol, tras más de 48 horas de vigilia en presencia del Papa Francisco. Guiados por el lema “¡Levántate!”, el padre Guilherme buscó inspirar la fe religiosa entre los jóvenes cristianos que participaron en esta cumbre.
Las Jornadas Mundiales de la Juventud han evolucionado en un evento de gran envergadura, reuniendo a millones de jóvenes de todos los continentes en una peregrinación que trasciende lo religioso. La propia organización define este encuentro como “una peregrinación, una fiesta de la juventud, una expresión de la Iglesia universal y un poderoso momento de evangelización del mundo juvenil”.
En esta ocasión, alrededor de 160 millones de jóvenes formaron parte del evento, de los cuales más de 77.000 eran españoles, según Newtral. Los participantes llegaron a Campo de Gracia desde diversas localidades portuguesas, como Aveiro, Cascais o Sintra, encontrando alojamiento en instalaciones públicas como gimnasios y escuelas.