Barcelona, Castelldefels y Badalona, a pesar de estar relativamente cerca, presentan mundos completamente distintos en lo que respecta a la demografía, la cultura, y especialmente en términos de economía y distribución de la riqueza. Aunque ambas ciudades tienen un porcentaje de población inmigrante similar, la composición de esos inmigrantes y su distribución a lo largo de las ciudades difiere drásticamente. La población inmigrante en ambos lugares varía tanto en capacidad económica como en origen, creando un patrón de segregación residencial basado en la riqueza y el origen.
Origen de la inmigración
En cuanto al origen de la inmigración, los dos municipios presentan diferencias significativas. Aunque los dos tienen un porcentaje de población extranjera similar, alrededor del 21,5%, el origen de la inmigración difiere considerablemente. En Castelldefels, el 61,3% de los inmigrantes provienen de Europa, mientras que en Badalona los inmigrantes proceden principalmente de Asia, con un 42,3% del total.
La segregación residencial crece
De manera muy lenta pero constante, la segregación residencial continúa aumentando. A medida que aumenta la inmigración de personas con alta formación y mayores ingresos, se agrava la segregación residencial en las ciudades. Estos inmigrantes, que en gran parte provienen de Europa, pero también de otros países, han adquirido una importancia creciente en ciertas zonas. Este fenómeno no sólo concierne a Castelldefels y Badalona, sino que también es palpable en la ciudad de Barcelona, donde zonas como el Barri Gòtic, la Barceloneta y Sants están viviendo un cambio demográfico notable.
Inmigrantes ricos versus inmigrantes pobres
La llegada de más inmigrantes de países económicamente desarrollados está provocando una mayor segregación residencial pero también está teniendo otras consecuencias. Se ve un desplazamiento de la población autóctona, que se ve obligada a mudarse a otras áreas debido al aumento del costo de vida y los precios del alquiler.
Por otro lado, aquellos inmigrantes que provienen de países con ingresos bajos o medios, en su mayoría no europeos, a menudo acaban residiendo en barrios vulnerables con problemas previos de integración social. Y con el tiempo, esta concentración de población de bajos ingresos en las mismas zonas está aumentando cada año, exacerbando la ya existente fractura social.
La realidad de la inmigración y la segregación residencial en Cataluña es una cuestión delicada y cada vez más presente que requiere soluciones inclusivas. Con la llegada de un nuevo gobierno, la esperanza es que estas problemáticas sean abordadas con políticas que fomenten la diversidad y la equidad para todos los residentes de Cataluña.
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