Artículo original publicado en: Contrainformacion.es
En la sombra del esplendor urbano de Madrid, donde las cúpulas de la política estatal de España dan la cara, existen áreas descentralizadas que se sumergen en una oscuridad informativa sorprendente. Este panorama se acentúa en distritos como Carabanchel, donde la gente a menudo está menos informada sobre las noticias locales que los espectadores de otros puntos del país que consumen las transmisiones centralizadas de la capital. En estos distritos, donde la vida política local queda a menudo desapercibida, surgen personajes como Javier Ramírez, un funcionario que ha logrado ser noticia, no precisamente por sus méritos, sino por sus polémicas. Artículo basado en este reportaje de El Salto.
Un personaje entre la comedia y la tragedia
Ramírez, un político del Partido Popular que adora engalanar iglesias con flores y banderas de España – todas compradas con fondos públicos – se ha convertido en una especie de fantasma en los distritos de Fuencarral-El Pardo y Chamberí. Sus acciones han causado un impacto considerable, no sólo en la vida política, sino también en la social. Sus políticas, sus prácticas y su comportamiento han sido cuestionados y criticados a lo largo de su mandato. Pero curiosamente, sigue ocupando un lugar prominente en la lista de candidatos del PP para el Ayuntamiento de Madrid.
Las agresiones a los valores de la democracia y los derechos humanos son otro componente de su expediente. Como informó El Salto, Ramírez ordenó la retirada de una placa que conmemoraba a Francisco Largo Caballero, un líder sindical y político que desempeñó un papel importante en la resistencia antifranquista. Esta acción no solo fue un acto de vandalismo, sino también un intento de borrar de la historia a quienes lucharon por la democracia en España.
Un mal augurio para Madrid
La realidad en los distritos donde Ramírez ha dejado su huella es preocupante, y puede dar una idea de lo que podría suceder en todo Madrid si Almeida necesita incorporar a Vox para mantener la alcaldía. Las decisiones de Ramírez, como eliminar las cabalgatas de reyes impulsadas por la comunidad y eliminar fiestas populares que no tienen raíces religiosas, han transformado el paisaje cultural y social de su distrito.
Un segundo aspecto preocupante es la amenaza que personajes como Ramírez representan para la democracia local. La gestión del poder local en Madrid ha sido históricamente un problema. El periodismo local en Madrid es, en gran medida, débil y está en retroceso. Esto ha dejado a los distritos de la ciudad en un estado de oscuridad informativa, lo que ha facilitado el surgimiento de corrupción y malversación en la administración local.
Las acciones de Ramírez ejemplifican este problema. Sus actos arbitrarios de poder, desde el veto a propuestas de la oposición hasta el desalojo de organizaciones comunitarias y proyectos solidarios, son alarmantes. En un episodio particularmente indignante, Ramírez amenazó con enviar a la policía municipal para desalojar una despensa de alimentos para familias vulnerables, simplemente porque el edificio era gestionado por una asociación vecinal. En otra ocasión, prohibió a la misma asociación recoger alimentos en la entrada de los supermercados para las familias necesitadas, argumentando que no se percibía un “interés público excepcional” en ello.
La sombra de Vox
La alianza política de Ramírez con la extrema derecha española, representada por Vox, también es preocupante. El concejal del PP ha mostrado una simpatía constante hacia Vox desde el principio de su mandato, acogiendo con beneplácito su discurso antiinmigrante y su retórica nacionalista. Ramírez ha respaldado a Vox en su cruzada contra la ‘memoria histórica’, una serie de políticas diseñadas para reconocer y rendir homenaje a las víctimas del franquismo.
Incluso ha invitado a líderes de Vox a eventos municipales y ha brindado su apoyo a varias de sus propuestas en el consejo municipal. Esta acogida al ideario de Vox por parte de Ramírez no solo es alarmante en sí misma, sino que también revela la deriva hacia la extrema derecha de algunas facciones del Partido Popular.
Es importante que los votantes, los periodistas y los partidos políticos estén atentos a esta tendencia y la desafíen. Aunque la figura de Ramírez pueda parecer marginal, su ascenso y la tolerancia hacia su comportamiento por parte de los líderes del PP son señales preocupantes de un giro antidemocrático en la política local de Madrid.