El caso de Berta Cáceres, defensora de los derechos humanos y ambiental en Honduras, sigue siendo foco de reflexión y reivindicación a ocho años de su asesinato. Esta líder indígena cayó víctima de los intereses económicos y políticos contra los que luchó con valor, dejando un vacío en su patria y un poderoso legado de resistencia que inspira a toda América Latina.
IMPUNIDAD Y VIOLENCIA SISTÉMICA
Desde el asesinato de Cáceres en 2015, su familia y el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), organización que ella misma fundó, vienen luchando por hacer valer una justicia que parece sorda y miopía. Aunque ya se han emitido condenas contra los que perpetraron su asesinato, la sociedad hondureña aguarda la ratificación de estas por parte de la Corte Suprema de Honduras, una lentitud que resulta preocupante y que establece un precedente peligroso para la defensa de los derechos humanos.
La violencia que dejó sin vida a Berta Cáceres refleja una problemática más amplia y sistémica que enfrentan muchas defensoras de derechos humanos en América Latina. No pocas veces, lejos de ser reconocidas, ven menoscabada su dignidad en una sociedad que aún parece regida por prejuicios machistas.
LUCHA INCANSABLE POR LA JUSTICIA
La lucha de la familia de Berta Cáceres y del COPINH va más allá de buscar la ratificación de las sentencias. Ambicionan un cambio radical en la forma en que Honduras y el mundo protegen a los defensores del medio ambiente y los derechos humanos. La condena de David Castillo, antiguo ejecutivo de DESA, como coautor de la muerte de Cáceres, es sólo un paso más en el ambicioso camino que pretende erradicar las estructuras que posibilitaron su asesinato.
BERTA CÁCERES, UN FARO EN LA RESISTENCIA
Berta Cáceres es más que el recuerdo de una atrocidad inconmensurable. Es un faro luminoso de esperanza, cuyas ideas de feminismo y lucha contra el extractivismo resuenan con fuerza en mujeres y hombres de toda América Latina. Documentales como ‘La ilusión de la abundancia’ mantienen viva la memoria de los ideales de Cáceres y refuerzan la exigencia internacional de justicia por su caso y el de otros defensores ambientales.
El caso de Cáceres es un recordatorio punzante de la impunidad en muchos países y de la creciente necesidad de proteger a quienes levantan la voz en defensa del medio ambiente y los pueblos originarios. La justicia, si es tardía, deviene en injusticia y es hora de que la Corte Suprema de Honduras y la comunidad internacional actúen con la determinación y prontitud que Berta Cáceres y su lucha demandan. “No más dilaciones; es tiempo de justicia y reparación”.
Foto: www.sierraclub.org