En un movimiento que parece sacado de un dramático guion político, Pere Aragonès, presidente de la Generalitat, ha puesto fin a la actual legislatura, avanzando las elecciones al 12 de mayo.
Este giro inesperado viene tras la estrepitosa caída de los presupuestos del Govern, rechazados por una amalgama heterogénea de partidos.
El fracaso de la alianza de ERC con el PSC
El rechazo parlamentario, liderado por todas las fuerzas políticas, excepto PSC y la propia ERC, ha dejado a Aragonès sin otra opción más que admitir la derrota legislativa.
Los Comuns, decisivos
Especialmente clave ha resultado el papel de los Comuns, que alineándose con sus valores progresistas y ecologistas, denunciaron el polémico macroproyecto BCN World HardRock, el macro-casino europeo, diseñado sobre los cimientos del ocio y el juego, como la gota que colmó su paciencia.
Una elección entre visiones contrapuestas
Con este adelanto electoral, Aragonès intenta pintar el panorama político catalán como una batalla entre dos visiones diametralmente opuestas; por un lado, una opción “conformista” representada por el PSC, vapuleada por soluciones anticuadas a problemas modernos. Por otro, una oferta más ambiciosa hacia el futuro propuesta por los republicanos.
Este adelanto electoral no solo remueve el tablero político catalán sino que también plantea un desafío para aquellos comprometidos con propuestas progresistas y ecológicas.