Artículo original publicado en: Contrainformacion.es
Luis Rubiales, ex presidente de la Real Federación Española de Fútbol, ha decidido romper su silencio poco después de anunciar su dimisión. En una entrevista en Talk TV, Rubiales ha abordado el tema del beso no consentido que le dio a Jenni Hermoso durante la final del Mundial y el gesto obsceno que protagonizó en el palco, gestos que generaron una amplia polémica.
El exdirigente ha explicado que el beso que compartió con Jenni Hermoso fue un acto de alegría y fusión, completamente desprovisto de intenciones sexuales. Afirmó que habría hecho lo mismo si la selección masculina hubiera ganado el Mundial y que lamenta profundamente su error. Según Rubiales, fue un momento de emoción que carecía de connotación sexual, y su intención era simplemente mostrar su aprecio por el logro del equipo.
Respecto al gesto obsceno que realizó en el palco, donde se llevó las manos a los testículos como parte de su celebración, Rubiales se mostró avergonzado y admitió que no hay excusa para su comportamiento.
Explicó que en España tenemos una expresión que significa «ole tus huevos» o «ole tus ovarios», que significa «bravo, bien hecho» y que denota un sentido de admiración y reconocimiento, pero reconoció que no fue la forma apropiada de expresar su entusiasmo en ese contexto, especialmente con la presencia de la reina Letizia y la infanta Sofía.
El ex presidente también reconoció que no ha tenido la oportunidad de disculparse personalmente con la reina tras el incidente. Aclaró que su gesto no estaba dirigido hacia la realeza, sino hacia Jorge Vilda, el entrenador del equipo femenino.
Rubiales se mostró reacio a entrar en el debate que se ha generado en torno a la polémica, tanto en España como en todo el mundo. En sus palabras, el problema no se trata de cuestiones de género, sino de la verdad.
Además, evitó catalogar la situación y hacer cualquier comentario sobre las declaraciones de otros jugadores, entrenadores o federaciones. Aseguró que conoce la verdad y que se siente tranquilo en su inocencia, reconociendo únicamente su error.
