El Mediterráneo continúa soportando una intensa ola de calor aún en pleno invierno. Las temperaturas del agua han permanecido por encima de lo normal durante cerca de 60 días, incrementando las preocupaciones a un ya alarmante escenario climático.
Ola de calor sin precedentes en el Mediterráneo
A pesar de que son las temperaturas terrestres las que, por norma, atraen nuestra atención, en lo que llevamos de año, las aguas del Mediterráneo han estado experimentando una duradera ola de calor en plena época invernal. Si retrocedemos a mediados de diciembre de 2023, se observa un encadenamiento de casi 60 días en que las aguas han registrado temperaturas entre 1ºC y 1,6ºC por encima de la norma.
Un testigo del cambio climático
Las altas temperaturas del agua en parte confirman los temores respecto al cambio climático. Según el meteorólogo de la Aemet, Cayetano Torres, la temperatura del agua del mar es un “testigo muy fiable del cambio climático” ya que absorbe el 90% del calor adicional atrapado por los gases de efecto invernadero. Esto significa que las altas temperaturas atmosféricas también terminan por trasladarse al mar.
El incremento de la temperatura del agua del Mediterráneo es preocupante. Según Cayetano Torres: “En 2023 hemos visto temperaturas con una anomalía de 3ºC y hasta 5,5ºC respecto a lo normal. Eso es una barbaridad y un indicador de que el agua ha acumulado mucha radiación”.
El calor del Mediterráneo es solo una pequeña muestra de lo que sucede a otros mares y océanos. Los resultados del Climate Change Institute de la Universidad de Maine de los Estados Unidos, muestran que la temperatura global del agua marina se encuentra actualmente en sus niveles máximos desde 1940. Además, se viene registrando un aumento en el número de olas de calor marítimas desde 1981.
Repercusiones de la ola de calor
Uno de los efectos más graves de esta situación es la pérdida de biodiversidad en los océanos y mares, que a su vez tiene un impacto negativo en la pesca y el turismo. Adicionalmente, conforme el agua del mar se calienta, retiene menos CO2, que luego es liberado a la atmósfera, aumentando la concentración de gases de efecto invernadero y agravando el cambio climático. “Cuanto más se calienta el agua, menos CO2 admite y más se libera a la atmósfera”, explica Torres.
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