
Terminó la COP27 en Egipto, como siempre con retraso sobre el calendario previsto, y como siempre sin grandes avances.
Si, se ha acordado por fin compensar a los países que más sufren los efectos del cambio climático sin provocarlo (el ya famoso concepto pérdidas y daños) lo cual es un paso hacia la tan necesaria Justicia Climática. Un informe de la ONU muestra que los 46 países menos desarrollados emiten solo un 4% de los gases de efecto invernadero, y en cambio sufren el 69% de las muertes derivadas de los fenómenos climáticos extremos en los últimos 40 años. Pero no se ha concretado ni el quien, ni el cómo, ni el cuanto, ni por supuesto el cuándo.

Casi tres décadas sin avances
Como el nombre indica, está ha sido la Conferencia de las Partes número 27. La primera se celebró en 1995 en Berlín. Es decir, que llevamos casi 30 años discutiendo sobre como afrontar la emergencia climática sin avances significativos. Cada vez que se deja una decisión para la siguiente conferencia se pierde un año. Y el cambio climático no nos espera ….
En Berlin, la concentración de CO2 en la atmósfera era de 360ppm, superior al límite de seguridad de 350ppm que marca la comunidad científica. Hoy es de 418ppm y el planeta se ha calentado ya 1’3 grados, cuando el límite marcado en la COP de Paris es de 1’5.

Desde París 2015, donde se fijaron los objetivos de reducciones para 2030, ya ha pasado la mitad del tiempo establecido para reducir las emisiones y el calentamiento, pero termina la COP sin medidas firmes para conseguirlo. En Sharm El Sheikh se ha discutido básicamente de dinero, pero casi nada de medidas radicales. Todo el mundo está de acuerdo con los objetivos fijados en París, pero nadie apunta como conseguirlos.
Negacionistas y retardistas
Estas conferencias cada vez se parecen mas a ferias comerciales, con sus stands, sus patrocinadores controvertidos , sus actos paralelos perfectamente prescindibles, y donde no faltan los negocios. A esta han asistido casi 34.000 personas. Obviamente no todas son representantes de gobiernos, sino que hay casi 14.000 “observadores” entre órganos de la ONU, ONGs y organizaciones intergubernamentales. Pero también se acreditaron más de 600 grupos lobbistas del sector de los combustibles fósiles.
Estos grupos de presión hacen todo lo posible por entorpecer y retardar los acuerdos y por tanto la acción climática. Son lo que se conoce como retardistas, puesto que de puertas afuera proclaman su
compromiso con el clima pero por detrás entorpecen todo lo que pueden. Ahora mismo son el colectivo más peligroso, puesto que a los negacionistas ya les hace caso muy poca gente.
Entre las Partes también hay retardistas, países que ponen sus intereses económicos ante todo y discuten cada una de las palabras o signos de puntuación de los documentos finales, consiguiendo que los resultados sean tan poco concretos y tan ambiguos que les permite seguir un año más sin hacer nada. Los países del Golfo Pérsico, y los cuatro más emisores (China, EEUU, India y Rusia) son los más destacados.
Se acaba el tiempo
Y ante todo esto los científicos se desesperan y se organizan en Scientist Rebellion para realizar acciones de protesta no violenta. Ven como el tiempo se acaba y no se toman las acciones necesarias para evitar el desastre. Están hartos de que no les hagan caso y ningún gobierno se tome en serio la urgencia del problema.
Quizás ha llegado el momento de cambiar el formato de estas conferencias, hacerlas más pequeñas, ágiles y frecuentes, así como buscar mecanismos para que las Partes cumplan sus compromisos,
Nos jugamos demasiado como para seguir perdiendo el tiempo.