Este fin de semana fueron los premios Goya y hoy es día de hablar de cine. Al hilo de esto, he querido rescatar una película que evidentemente no participaba, pero que creo que fue injustamente tratada por la crítica. Así que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, he querido dedicarle un elogio a Wonder Woman 1984 y reconocerla como la película anticapitalista y feminista que es, a favor del decrecimiento y los cuidados. Empezamos:
Como en casi todo, seguro que habrá otros análisis de la película de Wonder Woman ’84 que no estarán de acuerdo con este (que dicho sea de paso, no pretende enfocarse en aquello puramente fílmico), y yo, por ser honesto, voy a decirlo claro desde el principio: Este texto pretende ser un absoluto elogio a Wonder Woman ’84. Defenderla como la mejor película de superhéroes del momento. Aplaudirla, sin fisuras, como el manifiesto feminista y anticapitalista con el que la directora Patty Jenkins nos deleita. Me explico:
¿Por qué Wonder Woman ’84 es anticapitalista y claramente feminista?
Entiendo que pueda, quizás, sorprender tal rotundidad en los anunciados anteriores. ¿Anticapitalista Wonder Woman ’84? ¿Estás seguro? Pues si, y, como decía, claramente feminista. Y es que la película es un claro alegato a favor del decrecimiento, una auténtica enmienda al neoliberalismo salvaje del cuánto más mejor, del sálvese quien pueda. Pero vayamos a la trama de la película un momento, para poder explicarme mejor: Resulta que aparece una piedra mágica que cumple cualquier deseo. A cambio (nada es gratis) la piedra se cobra un precio. Te da algo, pero algo también te quita, claro. La cuestión es que a raíz de este hecho se empieza a liar un poco la marimorena. Situémonos:
- Por un lado, tenemos a Pedro Pascal, que hace de un arruinado estafador del sector de las petroleras que descubre el secreto de la piedra mágica, absorbe los poderes de esta y empieza a cumplir los deseos de todas las personas a las que toca. No es caridad: lo hace para enriquecerse él mismo.
- Por otro lado, tenemos a Kristen Wiig, que es una chica muy lista y bondadosa, pero muy invisible a los hombres que, sin darse cuenta, adquiere poderes idénticos a la misma Wonder Woman, cosa que la lleva a ser una mega-guerrera y, seguridad en sí misma incluida, a que los chichos ‘la miren’ más.
- En tercer lugar, está Wonder Woman, que sin darse cuenta pide volver a ver a Chris Pine, su novio muerto hace décadas.
La trama se va complicando. Uno pierde la salud, una la bondad y Wonder Woman los poderes (acordaos: la piedra ta da algo, pero algo te quita). El caso es que se va tejiendo progresivamente el drama, el caos, hasta llegar, hacia el final de la película, a un escenario en que todas las personas del mundo (gracias a una triquiñuela tecnológica del personaje de Pedro Pascal) pueden “pedir lo que deseen, que se les cumplirá”. Y eso es, precisamente, lo que pretende evitar Wonder Woman. Parece algo aguafiestas, pero no.
Wonderwoman y el decrecimiento
Aquí está el quid de la cuestión que hace de la película una maravilla del mundo cinéfilo de los superpoderes: Wonder Woman se da cuenta de que esto de que todas tengamos todo lo que deseamos acabará por aniquilarnos a todas. ¿Veis por dónde van los tiros? Descubre que para salvarnos es necesario renunciar al deseo pedido y ella, dando ejemplo, lo hace la primera: Para poder salvar al mundo necesita sus poderes. Para recuperarlos, debe, explícitamente, renunciar a su deseo: Eso es, renunciar a su novio acabado de resucitar. Duro, pero lo hace.
Nuestra superheroína se da cuenta de que la humanidad no puede entrar en un ciclo vicioso de tener todo lo que quiere solo por desearlo. Que para poder vivir todas juntas necesitamos convivir y que para eso es imprescindible renunciar a cosas. Sitúa los cuidados en el centro. Nos dice que debemos frenar nuestra sed inacabable de más y más, parar, reflexionar y saber aceptar que no lo podemos tener todo. Puro decrecimiento. Y lo mejor de todo es que consigue ganar al malo convenciéndolo y no matándolo. Le convence de que su espiral autodestructiva les va a llevar a todas a la muerte, de que lo importante es tenernos las unas a las otras, de que lo bonito está en cuidarse y disfrutar porque todas disfrutan y que para eso es necesario entender que no podemos tener todo lo que deseamos. Que no todo nos pertenece por derecho. Le explica aquello de que seremos realmente libres cuando todas lo seamos.
Pero es que, además, todo esto por lo que batalla Wonder Woman a lo largo de toda la película lo hace, constantemente, y de manera explícita, intentando hacer el mínimo daño físico posible, con la mínima violencia posible. El broche final que le faltaba para ser, claramente, la mejor superheroína de todas.