Cuando era pequeña, los 60 y 70 representaban la época vintage por excelencia. Con 10 años, llevaba tejanos de campana y cantaba los temas de Joni Mitchell con mi madre. Pero no era capaz de ver ninguna diferencia entre disfrazarme de hippy, de sirena o de hada. Las tres eran seres ficticios que provenían de mundos desconocidos para mí. ¿Y esto qué tiene que ver con el tranvía de Barcelona?
Os explico. Últimamente, me empieza a pasar una cosa curiosa: la época de mi adolescencia ha pasado a considerarse vintage y, en consecuencia, ha vuelto a estar de moda. Observo como la silueta de los tejanos se hincha de nuevo. Me he suscrito a un podcast de música de los 90. Tomo nota de las botas Dr. Martens que llevan las influencers de Tik Tok. Y así voy descubriendo el verdadero placer que supone revivir las tendencias de la juventud propia, ya con conocimiento de causa.
Explico todo esto porque, cuando Elsa Artadi salió a hacer declaraciones en contra de conectar el tranvía por la Diagonal la semana pasada, empaticé con ella, de verdad. “Claro!”, pensé, “la oposición al tranvía representa el último momento de gloria de su espacio político en Barcelona.” El periodo 2010-2011 fueron los años dorados de la derecha barcelonesa; boicotearon la consulta del gobierno sobre la Diagonal, se cargaron el primer teniente de alcalde y acabaron ganando la alcaldía de Barcelona. La alegría les duró poco. Así que, para Artadi y Junts, el antitranvíismo no es un posicionamiento político, sino una pulsión nostálgica que recuerda tiempos mejores (¡para ellos mismos!). Volver a hacer esta batalla prequincemera, la cual les dio muchos frutos en su momento, les debe de reconfortar. Yo tengo Buffy the Vampire Slayer y las Spice Girls, y Artadi tiene bloquear la propulsión eléctrica sobre raíles. ¡Faltaría más!
La nostalgia, hay que saber gestionarla
Lo que sí que le diría a Artadi es que la nostalgia, hay que saber gestionarla. Hacer una exhibición pública nunca es recomendable. La nostalgia es más bien algo para disfrutar en la intimidad. ¿Yo sé la letra y la coreografía de Wannabe? Sí. ¿Soy consciente de que sería poco edificante perpetrar tal performance ante nadie? También. Del mismo modo, por mucho que amaba con locura las Dr. Martens que compré en el mercado de Camden hace 20 años, no me las pondría ahora. Las coreografías en casa, y las botas con tacones. Se dice saber evolucionar.
Y esta capacidad de evolución se vuelve todavía más importante cuando hablamos del terreno político. Que Artadi remueva todo lo que quiera la consulta del 2010 con sus colegas. Que haga una lista de Spotify con los discursos más top de Trias. Pero, por favor, que no intente resucitar un debate sobre la conexión del tranvía que la ciudad ya tiene superadísimo.
Tendríamos que estar pensando en que tiene que venir después del tranvía de Barcelona
El mundo está cambiando y lo hace muy de prisa. Y Barcelona se merece una política municipal que mire hacia delante, no hacia atrás. No tenemos el lujo de volver a discutir, en pleno 2022, un proyecto que nació en 1987 y que ya vamos tarde para culminar. Todo el mundo sabe que la movilidad del futuro pasa por el transporte público, la electrificación, y la conectividad interurbana. El tranvía por la Diagonal no es “revolucionario”, aquí Artadi tiene razón. Más bien es de mínimos para avanzar en la lucha contra la emergencia climática y las desigualdades, que no paran de crecer por todas partes.
Una oposición a la altura, ya fuera de izquierdas o de derechas, ahora estaría pensando en qué tiene que venir después del tranvía por la Diagonal para que Barcelona pueda hacer frente a las próximas décadas con éxito. Sin duda, harán falta propuestas innovadoras y osadas. Visto el panorama, yo de ti, esperaría sentada.
Foto: Juanedc