El increíble desarrollo económico acontecido desde finales del siglo XIX ha estado indiscutiblemente ligado al uso de la tecnología. Empezando por la máquina de vapor, pasando por los motores de combustión, la maquinaria pesada y hasta llegar a los supercomputadores, los avances tecnológicos en todos los ámbitos han permitido producir más y en menos tiempo.
Pero esta loca carrera hacia el crecimiento nos ha dejado aspectos no tan positivos. En los últimos 150 años el planeta se ha calentado tanto que ha revertido un enfriamento constante de 5.000 años.
Es totalmente comprensible que el uso de máquinas, que reducen el esfuerzo humano y mejoran la producción, se haya extendido y hasta cierto punto puede ser deseable. El problema es que los seres humanos no tenemos límite, y además creemos que podemos dominar la naturaleza a voluntad, aunque ésta nos demuestre lo contrario cada vez más a menudo, en cada fuego masivo, huracán o inundación.
Tecnologia: uso y mal uso
Así, abusamos o hacemos mal uso de unas herramientas que fueron diseñadas para ayudar. En la fiebre por hacer más trabajo en menos tiempo (y en el proceso ganar más dinero) sobreexplotamos recursos y producimos un exceso de residuos, alterando los ciclos naturales donde todo forma parte de un sistema complejo que se retroalimenta para mantener un equilibrio natural. Rompiendo este equilibrio generamos diversos problemas ambientales, el mayor de ellos el cambio climático.
Bajo esta lógica podemos llegar a la misma conclusión que la totalidad de la comunidad científica que estudia el cambio climático: que el mal uso de la tecnología puesta a nuestra disposición ha desencadenado la emergencia climática que ahora sufrimos. Entonces, ¿podemos confiar en que nuevas tecnologías nos van a sacar de este problema antes de que sea demasiado tarde?
Los falsos remedios tecnológicos para reducir las emisiones
En los últimos años y debido a las enormes evidencias y consenso científico en que hay que reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, un reguero de posibles soluciones tecnológicas ha ido apareciendo y generando esperanza. Soluciones como la captura de carbono (mecanismos de capturar CO2 de la atmósfera y almacenarlo, principalmente en depósitos submarinos); crear un escudo artificial mediante aerosoles para reflectar los rayos solares y disminuir el calentamiento de la superficie terrestre; “recongelar” el Ártico a base de “abrillantar” las nubes con una solución salina; nuevas formas de energía limpias e inagotables como la fusión nuclear o el hidrógeno verde; o nuevos y revolucionarios métodos de transporte como los aviones ecológicos.
Podría extenderme, incluso escribir un artículo entero por cada una de estas opciones, pero para resumir (y lo podéis comprobar fácilmente clicando en los enlaces o buscando vosotras mismas) ninguna de estas tecnologías estará disponible a corto plazo, todas deberían desplegarse a gran escala, casi ninguna ha pasado una fase de pruebas exhaustiva, y casi todas ellas son increíblemente caras o dependientes de otras tecnologías aún no disponibles en las cantidades necesarias.
Hay que atacar la causa, no saldremos de esta sólo con más tecnologia
Por lo tanto, no. No podemos confiar en ninguna de ellas para llegar a los ambiciosos objetivos de reducción de emisiones en los plazos establecidos, que ya son demasiado largos. Y aunque alguna de ellas estuviera lista, el mal uso del que hablaba antes nos haría pensar que como ya disponemos de tecnología que mitiga el efecto, no hace falta que ataquemos la causa, que no es otra que la quema de combustibles fósiles y el uso desmesurado de energía a todos los niveles.
Aun hay gente convencida que de podemos seguir viviendo a este ritmo eternamente y que el planeta es una fuente inagotable de riqueza que podemos explotar sin coste alguno. Estas personas se agarran a cualquier clavo ardiendo que les permita no modificar sus hábitos ni renunciar a comodidades. Es tarea primordial convencerlas de lo contrario para poder avanzar.
No dudo de que en las próximas décadas los avances tecnológicos, bien aplicados, nos ayudarán a restablecer el equilibrio y alejar el peligro de colapso, pero mientras tanto no nos queda otra que implantar cientos de pequeñas medidas que combinadas pueden llegar a producir el efecto deseado, con el coste de pequeños o no tan pequeños cambios en nuestro modo de vida.
De esta forma, a la espera de que lleguen las soluciones mágicas, debemos centrarnos en lo que sí se puede hacer de forma inmediata a diferentes niveles.
Pero esto lo contaré en el siguiente artículo.
Foto: Shutterstock