Por fin he visto Don’t Look Up (No mires arriba), la película que está en boca de casi todo el mundo. Iba ya un poco condicionado por todo el revuelo causado en redes y medios, pero conseguí verla sin pensar en todo lo leído e intentando sacar mis conclusiones. Dicho esto, ¿de qué va realmente o qué podemos aprender de ella?
En mi opinión se pueden buscar metáforas diversas (cambio climático, pandemia…), pero lo que hace es ponernos ante un espejo para que veamos con toda crudeza cómo de absurda es la sociedad actual que hemos colaborado a construir y que nos toca vivir. Una sociedad donde, ante una noticia de una importancia vital, se dedica más atención a cotilleos del famoseo; donde la ciudadania se dedica en redes a ridiculizar a los científicos que aportan datos y certezas; donde la administración de la autoproclamada primera potencia mundial está dirigida por mediocres irresponsables solo preocupados de mantener su silla; donde las masas se dejan manipular con total facilidad; y donde el mantra capitalista de “una amenaza es una oportunidad” (de negocio, claro) se lleva hasta las últimas consecuencias.
Es una sátira que critica no solamente la sociedad, sino también el sistema imperante. En ella se reflejan algunas de sus características: banalización total de los grandes problemas; medios de comunicación focalizados en la audiencia, y no en la rigurosidad y el pensamiento crítico; redes capitalizadas por la burla, el desprecio y la ignorancia; empresarios multimillonarios con acceso a los centros de poder y que condicionan las políticas de las administraciones; priorización del interés privado frente al colectivo; y un profundo desdén de las personas al mando hacia los expertos y sus propuestas.
Añadamos el elemento de una opinión pública anestesiada y que compra los mensajes más básicos, que venden soluciones sencillas a problemas complejos, y podemos llegar a comprender cómo es posible que sucedan ciertas cosas, y que las aceptemos alegremente.
El film utiliza el humor para derribar el comprensible mecanismo de autodefensa de la negación de la realidad. Nadie quiere oír o asumir que le van a pasar cosas terribles, y muchas veces el mensaje apocalíptico es desoído por esa razón.
Se puede argumentar que la película abusa del humor negro o que caricaturiza demasiado (aunque seguramente es deliberado para poder acceder al público de forma masiva), o que está producida por la mayor plataforma de entretenimiento visual del mundo (lo que supone una contradicción clara con el mensaje que transmite), pero para mí es un intento desesperado de hacernos reaccionar antes de que sea demasiado tarde. Cuando ya se han probado sin éxito todas las estrategias de comunicación posibles, quizás ya solo queda hacer una película provocadora protagonizada por dos grandes estrellas y emitirla por un canal mainstream.
¿Conseguirá su propósito? Vistas las reacciones, lo dudo, pero si ha abierto los ojos a alguien, ya habrá valido la pena. Cuanta más masa crítica haya, mejor.
En cualquier caso, vuelve a quedar claro que somos la única especie de este planeta capaz de suicidarse lentamente sin querer darse cuenta. Y encima, echándonos unas risas.