Artículo original publicado en Catalunya Plural.
Este 8 de marzo las calles se llenan de nuevo, de morado, de esperanza y de sororidad para reivindicar: la eliminación de las violencias machistas que, en estos 3 meses que llevamos de año, ha asesinado a 14 mujeres; un sistema sanitario que nos permita nuestro derecho al aborto libre y con garantías; un sistema judicial justo y feminista; una educación sexual integral; unas noches seguras; un mercado laboral que no haga discriminación por motivos de género en sus retribuciones y un país feminista que, de una vez por todas, pueda avanzar con el objetivo unánime de crear un país donde ninguna mujer o niña sea asesinada.
Hace falta que basura de esta lucha nuestro principal reto: construir un futuro feminista y digne donde todas las mujeres, sean como sean, vengan de donde vengan y se sientan, de donde se sientan, tengan su lugar, su altavoz y su espacio propio, único y crítico.
La juventud, además, tenemos un papel esencial dentro de la lucha feminista pues, tenemos que reivindicar el futuro equitativo que nos merecemos, nuestros derechos y libertades, nuestros puestos de trabajo y nuestras posiciones, pero también tenemos el deber de homenajear a las pioneras que se dejaron la vida por los derechos que tenemos actualmente y que algunos negacionistas, diariamente, nos quieren extirpar para imponer una vida de silencio y discriminación.
Buscamos lo que nos une, busquemos un pacto intergeneracional, interseccional y diverso para luchar contra las violencias machistas y crear una sociedad donde todas tengamos nuestro lugar, donde las futuras generaciones crezcan libres, donde ninguna otra mujer se nos sea arrebatada, donde no haya más tumbas moradas y donde podamos ser libres, valientes y combativas sin tener miedo a las jaulas machistas que nos quieren imponer.
Como decía Angela Davis, el feminismo no es solo una “estrategia para superar la opresión de género, sino también el fascismo, el racismo y el materialismo”. Hagamos de la proclama feminista una realidad y luchemos conjuntamente para hacer, de los clamores históricos feministas, nuestra nueva normalidad.
Año tras año demostramos que el movimiento Feminista es capaz de reinventarse y persistir en frente de las adversidades que la sociedad nos interpone; hemos demostrado ser capaces de seguir movilizándonos y levantar la voz sobre las agresiones que nos ahogan diariamente y que no nos permiten avanzar como personas libres, valientes y combativas.
Si nosotras nos paramos, se para el mundo. Entre todas empieza: la proclama Feminista.