
Hoy es un día raro ¡BUM! ha explotado una bomba y creo que todos nos preguntamos qué va a pasar ahora, porque más que una bomba es un pulso y los pulsos duran un rato: lo que aguanta el más fuerte en machacar al más débil. Pero en este pulso cuesta saber quién es quién.
Hemos visto a Ayuso, toda chula porque ella se lo vale, reconocer que le dio un pastizal a la empresa de su hermano en medio de la pandemia. Una empresa que ni siquiera se dedicaba a fabricar productos sanitarios pero aprovechó la ocasión. La hemos visto reconocerlo pero, al mismo tiempo, des-reconocerlo, porque su lenguaje era victimista: no he hecho nada ilegal, nada malo, pero «los malos” me persiguen con detectives y todo. Cualquier fan de Ayuso ha disfrutado de su rueda de prensa donde ha sido sobre todo ella, Ayuso, contra todo y contra todos pero asegurando que Madrid es su prioridad (no su hermano, a pesar del pastizal que ha cobrado por las comisiones). Es el estallido de una guerra largamente anunciada. Una guerra interna en el PP que los que no somos del PP podríamos disfrutar mucho sino fuera por la triste circunstancia de que sólo favorece a VOX, que a los que no somos votantes del PP aún nos gusta menos.
Es difícil posicionarse porque nadie tiene razón aunque las dos bandas (y nunca mejor dicho: bandas) tienen sus “razones”. A ver… Si la información es correcta y Ayuso le facilitó un pastizal a su hermano por muy legal que fuera todo, es un asco, más en medio de una pandemia en la que llovían ERES y ERTE, la gente lo estaba pasando mal y se morían cientos de abuelos en residencias mal gestionadas. Pero si esa información la tenía la dirección del PP desde hace tiempo y la sacan ahora, justo ahora, cuando Ayuso está crecida y empieza a ser una molestia para la Dirección General, pues la verdad, esta Dirección General queda fatal, porque es obvio que usan una información de forma partidista y para machacar a una rival, cuando lo ético y lo estético hubiera sido sacar antes la noticia por el simple hecho de que es un escándalo, no para acabar con nadie.
El PP actúa, de nuevo, como una banda mafiosa (en este caso dos bandas mafiosas compartiendo siglas).
Es imposible posicionarse a favor de nadie, porque las dos bandas dan asco. Así de claro. Una va de víctima y seguro que conseguirá el apoyo de muchos, sobre todo madrileños y madrileñas a los/las que Ayuso ha conseguido enganchar con el viejo truco de los nacionalismos: somos mejores, merecemos más. Y la otra porque nunca ha dejado de ser lo que hasta un juez dijo que era: una organización criminal.
A ver si el PP nacional puede con este reto, porque ahora mismo Ayuso es su principal activo, a la vez que su principal pesadilla. Si le sigue el rollo, cosa que mucha gente espera y desea (votantes del PP, evidentemente) se cargan el partido en favor de una lideresa que es incontrolable y cuya ambición no conoce límites. Si se cargan a Ayuso para conservar el partido, pueden acabar cargándose el partido igualmente, porque a la gente, los votantes, les gusta Ayuso aunque en medio de la pandemia decidiera hacer rico a su hermano. Y eso es lo preocupante, que tanta gente llegue a entenderla y justificarla y hasta a compadecerse de ella, pobre mujer, que hasta le han puesto un detective sus propios colegas por hacer contratos poco éticos por no decir «deshonestos, asquerosos, de mierda…», y no sigo porque me enciendo.
La guerra está servida, y los que no votamos y no votaríamos jamás al PP podemos poner las palomitas en el microondas. Aunque me temo que todo esto acabe mal para nosotros, los eternos perdedores. Porque si alguien se alimentará de los votos que Ayuso y Casado pierdan mientras luchan en el fango, serán los abusones, solteros y casados, de la pandilla de Abascal.
Qué drama no tener una derecha decente en este país. Sé que es un tópico decirlo, pero sigue siendo una verdad como un templo.