Artículo original publicado en: Contrainformacion.es
La intersección del capitalismo sin restricciones con un sistema de salud deficiente y una cultura de evasión ha llevado a una perfecta tormenta de adicción y muerte.
Las calles de las principales metrópolis de EEUU se han convertido en escenarios donde se asemeja más a una película de terror que a la realidad. Testigos relatan individuos con comportamientos zombificados, consecuencia de su adicción al fentanilo. La alarmante crisis de drogas que sacude a Estados Unidos es históricamente sin precedentes. Datos revelados por el Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS) en 2021 confirmaron que más de 80.000 vidas se extinguieron por sobredosis de opioides, marcando un trágico récord nacional.
El consumo desmesurado de hidrocodona (99%) y oxicodona (81%) en el país supera con creces las necesidades médicas de la población. Un caso emblemático lo representa Williamson, Virginia Occidental, una pequeña localidad de apenas 3.000 habitantes, que presenció un aumento vertiginoso en la prescripción de analgésicos opioides entre 2006 y 2016, con la entrega de más de 20 millones de unidades de estos medicamentos.
LA INFLUENCIA DE LA “BIG PHARMA” EN LA EPIDEMIA OPIOIDE
‘Big Pharma’, término que se refiere a la industria farmacéutica más grande y poderosa del mundo, ha desempeñado un papel fundamental en la epidemia de opioides en Estados Unidos. Su influencia se puede rastrear en varios niveles, desde la promoción directa de medicamentos hasta la manipulación de políticas y legislación. Aquí se presenta un análisis detallado de su impacto en esta crisis.
PROMOCIÓN AGRESIVA: Durante la década de 1990 y principios de 2000, las empresas farmacéuticas lanzaron campañas de marketing agresivas para sus analgésicos opioides, alegando que estos medicamentos eran seguros y no adictivos. OxyContin, fabricado por Purdue Pharma, es un ejemplo emblemático. La empresa gastó millones en promocionar el medicamento a médicos y pacientes, minimizando su potencial adictivo.
MISLEADING RESEARCH (INVESTIGACIÓN ENGAÑOSA): En muchos casos, las farmacéuticas financiaron o destacaron investigaciones que minimizaban los riesgos asociados con el uso de opioides a largo plazo. Estos estudios a menudo eran incompletos, sesgados o directamente manipulados, dando una imagen distorsionada de la seguridad del medicamento.
LOBBYING Y LEGISLACIÓN: Las empresas farmacéuticas gastaron millones en cabildeo para influir en la legislación relacionada con la prescripción y distribución de opioides. Esta influencia política no solo facilitó el acceso a los medicamentos, sino que también impidió que se tomaran medidas regulatorias efectivas para controlar su abuso.
EDUCACIÓN MÉDICA: ‘Big Pharma’ patrocinó cursos de educación médica continua y seminarios para médicos, donde los riesgos de los opioides se minimizaron y se enfatizó su eficacia. Esto resultó en una generación de profesionales de la salud que estaban menos informados sobre los peligros reales de los opioides y más dispuestos a recetarlos.
INCENTIVOS PARA MÉDICOS: Algunas empresas farmacéuticas ofrecieron incentivos directos a los médicos para que recetaran sus productos, desde bonos y comisiones hasta lujosos retiros y conferencias. Estas prácticas comprometieron la ética médica y priorizaron las ganancias sobre la salud del paciente.
FALTA DE TRANSPARENCIA Y RESPONSABILIDAD: Cuando surgieron pruebas de la creciente adicción y sobredosis relacionadas con los opioides, muchas empresas farmacéuticas negaron su responsabilidad o intentaron desviar la atención hacia otros factores. La falta de transparencia y rendición de cuentas exacerbó aún más la crisis.
LA TRANSICIÓN AL FENTANILO: UN CAMINO MORTAL
La epidemia de opioides en los Estados Unidos y otras partes del mundo ha tenido múltiples fases, y una de las más letales ha sido el aumento del uso y abuso de fentanilo. Esta potente droga sintética, que puede ser hasta 50 veces más potente que la heroína y hasta 100 veces más que la morfina, ha exacerbado drásticamente las tasas de sobredosis y muertes. Veamos más de cerca cómo se desarrolló esta transición mortal al fentanilo y por qué es tan peligroso.
ORÍGENES MÉDICOS: El fentanilo fue creado originalmente con propósitos médicos. Se utiliza en el ámbito hospitalario para tratar el dolor intenso, como el dolor postoperatorio o el dolor crónico en pacientes que ya son resistentes a otros opioides. Sin embargo, su poderosa eficacia también lo hace increíblemente peligroso si se utiliza inadecuadamente.
ECONOMÍA DEL TRÁFICO ILÍCITO: Una de las razones por las que el fentanilo ha saturado el mercado de drogas ilícitas es su rentabilidad. Los traficantes pueden producirlo a bajo costo y en grandes cantidades. Además, debido a su potencia, las cantidades necesarias para inducir un efecto son significativamente menores que otras drogas, lo que facilita su transporte y distribución.
CORTES Y CONTAMINACIÓN: El fentanilo se mezcla a menudo con otras drogas, especialmente con la heroína, para aumentar su potencia. Muchos usuarios desconocen que están consumiendo fentanilo o no están al tanto de su concentración en la droga que consumen. Esta incertidumbre es una de las principales razones de las sobredosis mortales.
RAPIDEZ DE ACCIÓN: A diferencia de otros opioides, el fentanilo actúa rápidamente en el sistema, lo que puede llevar a una depresión respiratoria casi inmediata. Esta rápida acción deja poco margen de error para quienes lo consumen y hace que la administración de antídotos, como el naloxone, sea más urgente.
RESPUESTA DE EMERGENCIA: Las sobredosis de fentanilo requieren una respuesta más rápida y, a menudo, mayores dosis de naloxone para ser revertidas. Esto ha llevado a una tensión en los servicios médicos de emergencia y a un aumento en la demanda de naloxone por parte de primeros auxilios y organismos de seguridad.
PREVENCIÓN Y ACCIÓN: La amenaza del fentanilo ha llevado a una serie de respuestas a nivel local, estatal y federal. Se han realizado esfuerzos para controlar y rastrear los precursores químicos del fentanilo, y también para aumentar la conciencia pública sobre sus peligros. Además, se ha hecho hincapié en la educación y la capacitación en la administración de naloxone.
UN PASEO POR LA HISTORIA DE EEUU Y LOS OPIOIDES
La relación de EEUU con los opioides no es algo nuevo. Como apuntó Andrew Sullivan, los opioides han sido parte integral de la cultura estadounidense desde la Guerra de Independencia. La diferencia ahora es la magnitud. Mientras que en tiempos anteriores, las drogas eran vistas como un medio para lidiar con el dolor físico y el trauma, ahora se han convertido en un escape de los rigores de la vida moderna y una fuente de ingresos para las corporaciones.
¿Qué nos dice esto sobre la sociedad estadounidense? Sullivan compara la actual epidemia con la del LSD en los años 60 y la cocaína en los 80. Es cierto que cada era tiene su droga, pero la magnitud de esta crisis señala un profundo malestar.
En palabras de Sullivan: “Benjamin Franklin tuvo fama de ser adicto en su vejez, como muchos lo eran en ese momento”. El uso de opioides en esa época estaba más relacionado con la necesidad de aliviar el dolor físico. Sin embargo, en el siglo XXI, con avances médicos significativos y acceso a la información, nos encontramos en una situación donde la adicción no solo es física sino también mental y emocional.
Concluyendo, las raíces de esta crisis se profundizan en la estructura misma de la sociedad estadounidense. La intersección del capitalismo sin restricciones con un sistema de salud deficiente y una cultura de evasión ha llevado a una perfecta tormenta de adicción y muerte. No es solo una cuestión de medicamentos y empresas farmacéuticas, sino un reflejo de una sociedad en lucha contra sus propios demonios. La pregunta es: ¿podrá EEUU superar esta crisis y encontrar un camino hacia la sanación? Solo el tiempo lo dirá. Sin embargo, mientras las empresas farmacéuticas sigan beneficiándose de esta tragedia, el futuro parece incierto.