Artículo original publicado en: Contrainformacion.es
Un refugio de animales en Plymouth, Reino Unido, ha rescatado recientemente a Coco, un labrador de dos años que sufrió una adicción al alcohol. Coco fue llevado al refugio después de que el perro fuera encontrado, junto a otro canino, en un estado precario después de la muerte de su dueño.
Aunque los cuidadores lograron salvar a Coco, el otro perro no sobrevivió. Los cuidadores del refugio notaron que Coco tenía síntomas que apuntaban a síndrome de abstinencia de alcohol, lo que sugiere que los perros bebían el alcohol que quedaba en las botellas de su dueño por la noche. Los cuidadores sedaron a Coco durante un mes para aliviar el síndrome de abstinencia y reducir el riesgo de nuevos ataques.
Aunque Coco se está recuperando y ya está fuera de peligro, todavía no está listo para ser adoptado debido a sus comportamientos de ansiedad que necesitan ser tratados por especialistas.
Además, los cuidadores del refugio aconsejan que los dueños estén atentos a los síntomas que indican que un perro ha bebido alcohol, como dificultad para mantener el equilibrio, cambios de comportamiento, hiperactividad seguida de letargia o somnolencia, diarrea y vómitos, entre otros.
Si un perro ha tomado alcohol, lo mejor es llevarlo al veterinario para que determine la cantidad de alcohol en sangre y le pauten un tratamiento, como la rehidratación o un lavado de estómago.
Por otro lado, en un estudio publicado en la revista de acceso abierto ‘PLOS ONE’, se ha descubierto que los niños expuestos a gatos domésticos o perros de interior durante el desarrollo fetal o la primera infancia tienen menos alergias alimentarias en comparación con otros niños.
El estudio se realizó en más de 65.000 bebés de Japón. Un 22% de los niños estuvieron expuestos a animales domésticos durante el periodo fetal, especialmente perros y gatos de interior. Entre los niños expuestos a perros y gatos de interior, hubo una disminución significativa en el riesgo de alergias alimentarias en comparación con los que no tuvieron esa exposición.
Este estudio no puede determinar si la relación entre la exposición a mascotas y la incidencia de alergias alimentarias es casual, según los investigadores. No obstante, sugieren que estos resultados pueden ayudar a orientar futuras investigaciones sobre los mecanismos que están detrás de las alergias alimentarias infantiles.